IMPACTO
El impacto que generará la implementación del proyecto CHI (Control Hídrico Integral) en Bahía Blanca será profundo y transformador. Desde el plano social, la instalación de sensores, la activación de alertas automáticas y la construcción de espacios seguros permitirá una reducción drástica de evacuaciones y de situaciones de riesgo. Se estima que más de 150.000 personas se verán directamente beneficiadas por las obras y sistemas propuestos, con una disminución de hasta un 85% en el número de evacuaciones ante eventos extremos. Las alertas tempranas y la planificación del territorio permitirán que los barrios más vulnerables estén protegidos, y que los ciudadanos puedan anticiparse con tiempo suficiente para cuidar su integridad y la de sus bienes. Además, la creación de una Unidad de Gestión Hídrica municipal representará una institucionalización del aprendizaje, permitiendo una coordinación eficiente entre áreas técnicas, defensa civil y la comunidad.
Desde el punto de vista ambiental, el proyecto introduce por primera vez en Bahía Blanca el concepto de infraestructura verde integrada al entorno urbano: bioswales, techos vivos, calles permeables y parques inundables permitirán que la ciudad “absorba” las lluvias, en lugar de rechazarlas y saturar el sistema. Esto no solo evita anegamientos, sino que también mejora la calidad del agua superficial, reduce la erosión, recarga las napas subterráneas y devuelve biodiversidad a espacios hoy degradados. Además, el uso de biotecnología ambiental (como microorganismos para limpieza de sumideros sin químicos) agrega un componente de innovación sustentable. Se espera un aumento del 40% en superficie verde urbana funcional y una mejora del 60% en los niveles de calidad de agua en zonas intervenidas.
En términos económicos, los beneficios son igual de contundentes. Las estimaciones realizadas a partir del daño ocasionado por la tormenta de marzo 2025 indican que con la implementación del sistema CHI se podrían evitar pérdidas equivalentes a más de USD 50 millones en los próximos 10 años. A esto se suma la generación de empleo directo en obras, mantenimiento verde y monitoreo, así como un fuerte impulso a proveedores locales de tecnología y servicios ambientales. La relación costo-beneficio proyectada para este tipo de intervenciones es superior a 1:3, lo que significa que por cada peso invertido se recuperan tres en forma de ahorro, productividad y resiliencia económica.
En conjunto, CHI no es solo una respuesta técnica frente a una catástrofe climática: es una apuesta por un nuevo modelo de ciudad, donde la planificación, la naturaleza y la inteligencia se combinan para construir futuro. Con esta propuesta, Bahía Blanca puede convertirse en un referente nacional de cómo se enfrenta el cambio climático con soluciones integrales, escalables y justas.